El Plan
El plan era sencillo: acercarnos, conocer tus partes, devorar tus palabras, absorber tus gestos, ser alcanzable, dejarte ver mi humanidad, conocer tus secretos, explorarte, amarte con palabras silenciosas mientras te lo demuestro a gritos con acciones, entregarme a ti sin reserva y dejar que te entregues, paso por paso y a tu medida de forma completa hasta llegar al punto de no retorno en el que es inevitable hacernos daño.
El plan era sencillo: dejar que usaras y abusaras de mi cuerpo, mis formas, mi placer y lo hicieras todo tuyo mientras yo me tomaba el tiempo de sentirte, de descubrir en tus caricias eso que no te atreves a poner en palabras y luego como una dulce venganza tomarme tiempo para imprimirme en ti y ser esa marca indeleble que llega a robarte un recuerdo, un suspiro muy en contra de tu voluntad.
El pan era sencillo: disfrutar de ti, de esa forma que solo llegas a ser conmigo, dejarte ser de la forma en que eres libre y esperar pacientemente el momento en el que decidieras que solo soy una pieza descartable más en tu tablero de juego.
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