Este es un post de esos que lleva buen tiempo en mi cabeza, muchas conversaciones, reflexiones profundas (de esas que llegan en el punto en que el alcohol te deja entre chispeante e inconsciente) y muchas canciones, como dicen las mamás:
el que avisa no es traidor y como dice Mario Bros: here we go!.
Una de las facetas que trae consigo el enamoramiento es explorar o conocer esa parte nuestra en la que queremos demostrar lo que sentimos (en otras palabras ser cursi), esa parte en la que
alcanzamos a ser optimistas y creemos que merecemos el felices por siempre y va a ser junto a esa persona.
Hoy en día sabemos que el enamoramiento es
una reacción química en nuestro cerebro (mal para los que estamos con un diagnóstico de química cerebral chueca) y después de leer muchos artículos parece ser que el tiempo promedio de esta etapa es de dos años (lo que sobreviva más allá de 3 años es una de esas cosas que pueden llamarse amor de verdad), sí mal no recuerdo (
llevo en una relación como 1.387 años)
esos dos primeros años son un caldo de cultivo para la cursilería, es en ellos donde escuchamos canciones y su nombre se queda en nuestra cabeza, garabateamos su nombre mientras estamos en una reunión, queremos verle, encontramos que algunos poemas están hechos para este momento exacto y nos vemos obligados a compartirlo, nos animamos a escribir otros cuantos,
toda demostración se queda corta, el cielo es el límite y sí, también queremos dar rienda suelta a nuestras hormonas hasta que el cuerpo aguante (
gracias a los dioses por esos cuerpos con aguante).
Algunas relaciones simplemente no pueden ser, se rompen corazones, se vacían botellas de alcohol, se escriben maldiciones, se llora, se siente y se promete no volver a sentir, como dice la canción:
no me vuelvo a enamorar, totalmente, ¿para qué?.
Pero el diablo es puerco, al parecer estamos predestinados al sufrimiento y todo vuelve a empezar, conocemos a alguien, se inicia de nuevo el proceso.
Supuesto 1:
Esto sucede en ese momento en el que ya pasó la etapa anterior, y uno se cree emocionalmente estable para volver a empezar.
Fin supuesto.
La última vez se creímos que ése era el felices por siempre, quemamos todos los fuegos artificiales, gastamos el conocimiento romántico en un derroche de cursilería, pero, sabes que estás empezando a sentir algo que amerita ese comportamiento de nuevo, es así como se inicia un dilema y así es como se define quién es quién: ¿utilizar la artillería de la vez pasada?¿está mal dedicar esa canción dedicada antes?¿está mal dedicarle el poema que antes evocaba otra persona?, las buenas costumbres dicen que no, personalmente opino que no, que esas cosas no son de las que se lavan y quedan igual.
Supuesto 2
No queremos a todas las personas por igual, no somos la misma persona de ayer y no vamos a sentir lo mismo, incluso cuando se trata de la misma persona sigue siendo algo completamente diferente, como dice Neruda:
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Fin supuesto 2.
Eso de volverse a enamorar y demostrarlo es un proceso complicado, especialmente cuando uno es del tipo de persona que no deja nada para después, cuando uno buscó el poema, la canción, la frase,
creó momentos, conoció una persona y seleccionó un regalo "ideal", para mi esas cosas que si bien son de conocimiento público
quedan con nombre propio, esa canción siempre me recordará a esa persona (para bien o para mal - acá impera el supuesto 1), es
un recurso ya utilizado, uno que
cumplió su propósito en un instante determinado, sin embargo, es necesario encontrar el
punto intermedio entre este derroche de cursilería y la marca personal, por ejemplo, si soy del tipo de personas que demuestran el afecto regalando girasoles, es algo que siempre se puede replicar, pero, es demasiado bajo eso de
"dedicar" Táctica y estrategia a todo interés amoroso, de esas líneas que se vuelven confusas y terminan traspasándose algunas veces sin querer.
Algunas cosas pesan mucho después, por ejemplo,
llevarle una serenata y cantarle alma, corazón y vida, después de un tiempo darte cuenta que esa parte de
vida para vivirla junto a ti no aplica, y que esa que era
tu canción del happy forever ya nunca lo será, sentir por ejemplo que gastaste semanas y semanas escribiendo tu obra maestra, donde lo mejor de tu inspiración quedó consignado en ese trozo de papel de tu puño y letra, y que ahora reposa en
los apartados de una historia que no fue, y que peor aún te sentirías completamente infiel si reutilizaras algo de lo que está allí porque en verdad fue algo genial y esa persona de ahora realmente se lo merece, pero acá es donde pesa el supuesto 2, esta nueva persona, o mejor esta nueva relación (para el caso de las personas que deciden darse otra oportunidad ) trae su propia dinámica, a lo mejor en este caso para esa persona
significa más un dinosaurio de peluche que la primera edición de Inventario I.
Las experiencias pasadas donde el amor no fue para siempre pueden tener dos reacciones:
- Aprendemos que merecemos vivir esa etapa, que somos demasiado geniales y podemos ponerle el toque mágico a ése desorden químico que llamamos enamoramiento y en caso de que todo acabe (nuevamente) aprendimos algo de nosotros, dejamos algo en alguien más la certeza de ser una experiencia única.
- Volvernos un pozo de amargura total donde ya nadie se merece conocer esa parte de nosotros, pensar que lo que teníamos ya lo gastamos en otro amor, uno que probablemente no lo merecía o peor aún, que nunca existirá uno igual para nosotros (volvemos al supuesto 2, pero en ese caso es porque no logramos el supuesto 1).
Cualquiera de los dos escenarios son validos según el estilo de vida que se lleve, incluso se puede contemplar ese tercer escenario que es una
magnificación del pozo de amargura y es así como tampoco dejamos que se acerquen a nosotros y evitamos cualquier demostración porque no las consideramos sinceras o sabemos que tarde o temprano
todo terminará y habrá sido un pérdida de nuestro tiempo y hasta llegamos a sentirnos culpables del tiempo perdido por la otra persona.
A pesar de todo sigo creyendo que el amor en general es una porquería, pero, hoy en día reconozco que
el enamoramiento es enviciador, esos meses/años que dura el desequilibrio químico generan esa constante sensación de adrenalina, euforia (
algo así como la que queda después de hacer ejercicio, pero sin hacer ejercicio, es como magia), desear, querer, entregar, que vale la pena experimentar y explotar el tiempo que dure, no, no es fácil, es un volver a empezar, es
darse cuenta que así demos todo en un amor, podemos volver a descubrirnos en uno nuevo, pero si cree que nadie más le merece, entonces hay que enamorarse uno mismo, darse esos detalles que sabe se merece, porque sabemos que por lo menos
una vez al día merecemos una empanada.