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Hace unos años vi un estudio realizado con niños menores a 7 años en el que los niños recibían una cantidad de dulces y luego se les pedía compartir, 3 de cada cuatro niños decían que no (el otro se comía los dulces en un 2x3), a otros niños les daban 3 dulces y les decían que además de esos tres dulces les iban a dar uno adicional a ellos y dos a unos niños que no tenían nada, la mayoría de los niños decían que no, el estudio se basaba en pruebas de tener y compartir, en las que pocas veces el niño elegía que alguien más debía tener algo, así eso no le quitara nada a él.

Para nadie es un secreto que somos egoístas y controladores desde el momento de ser concebidos, básicamente el humano es un parásito alimentándose de su huésped, y a partir de ahí todo se va cuesta abajo porque nos vemos obligados a compartir, y ya después cuando nos enseñan a compartir (a la fuerza) resulta que no podemos compartirlo todo.

El fenómeno anterior nos lleva a ser malos negociantes, un ejemplo es cuando decidimos que nos resulta más placentero ser dueño total de un negocio que produce 1000 pesos, que ser el dueño del 20% de un negocio que produce 7000 pesos.


Un nuevo nivel de dificultad llega cuando se trata de intangibles, como nos han enseñado los múltiples trabajos de Delia Fiallo, el malo de la película es ese que dice: prefiero que sea infeliz (también se vale muerto) a mi lado que feliz al lado de alguien más, cuando el bueno decide dejar ir al amor de su vida para que sea feliz con alguien más (una actitud que en fondo es muy pasivo agresiva, pero así es el amor).

Nos volvemos un negocio aún peor cuando nos piden dar el 100% en cada faceta de nuestras vidas,  y a cambio queremos tener un retorno de 100%, ¿qué sucede cuando el 100% que nos están ofreciendo no alcanza a ser el 50% de lo que queremos o de lo que ofrecemos? ¿ y sí un 30% que nos están dando es más gratificante que algún 100% que nos puedan llegar a ofrecer?

Sí, somos malos negociantes, no sabemos cuándo apostar por el todo o nada, cuando optar por el gana/gana, vivimos en el intermedio de nuestra naturaleza controladora y posesiva que lo quiere todo de forma exclusiva y la culpa que nos obligan a tener por ello, todo se vuelve prueba y error.

No sabemos ganar y muchos menos perder (tanto que llegamos a consolarnos creyendo que perder es ganar un poco), querer, tener, merecer, necesitar, no somos educados para encontrar el punto intermedio entre estos conceptos, necesitamos cosas que no queremos, merecemos cosas que no tenemos, tenemos cosas que no necesitamos, y en el fondo seguimos siendo esos niños egoístas que prefieren tener un bombombum solo para ellos en lugar de compartir una caja de bombones Godiva.

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