Malo si Sí, malo si No

Nací en un país donde la guerra ha sido el pan de cada día, sin tener 10 años ya era costumbre a la hora del almuerzo ver en el tv blanco y negro, policías, soldados, guerrilleros y civiles muertos, cuando no entendía nada de elecciones, política, justicia y demás,  antes de tener 15 años son de uso normal palabras como: rifle de asalto, presunto, dar de baja o atentado, y con el tiempo se pasa a decirlas sin sentir un hormigueo en el estómago por todo lo que su significado encierra. 

En mi casa se veía al medio día  el noticiero nacional, luego el regional, en la noche un poco de la misma dosis, mi papá siempre se indignaba por lo que veía y yo tardé tiempo en entender lo que realmente decían en ellas, porqué me afectaban y porqué debería interesarme más en ellas, así sintiera que siempre era más de lo mismo, todos los días la guerrilla mataba a alguien, la policía capturaba a una banda, se descubrían los actos políticos de un corrupto, han pasado más de 20 años y las noticias siguen en parte igual, la diferencia es que la sección light dura más de  cinco minutos porque  ya tenemos una variada farándula criolla que se encarga de que este tiempo en pantalla sea bastante nutrido. 

Con el tiempo uno se va curtiendo ante el amarillismo de los medios, se llena de noticias trágicas que a la vuelta de una semana no significaron nada, excepto para aquellos que vivieron la tragedia, vivimos la indignación del momento y ya, cada día alternamos entre el papel de víctima y espectador con la naturalidad traen las noticias del almuerzo y las de la cena.

Hace algo más de un año la noticia fue la posibilidad de elegir la firma de unos acuerdos de paz con los que se cerraban los años de violencia que desde hace mucho tiempo dejamos de saber su razón de ser, de manera increíble estas elecciones fueron ganadas por la indiferencia, bueno, en los papeles ganó el NO a los acuerdos (porque tuvieron una buena maquinaria comercial), pero la razón de este NO es la indiferencia que ya llevamos en la sangre, esa que nos lleva a no querer leer los acuerdos, esa que nos acostumbro a que las tragedias son una parte del país que no conocemos, que no nos duele, que no nos importa.

Luego la indiferencia volvió a atacar y ese NO importó poco porque en la agenda del gobierno de turno la paz no tenía reversa, así que hizo lo que le dio la gana y continuó, más allá de la indignación de los que fueron ignorados y el Ja Ja de los que querían que ganara el SI (voté  SI solo por el morbo de saber qué presentarían los noticieros cuando no existan los atentados, o por saber qué harán los políticos cuando la paz ya no sea su promesa electoral o cómo van a justificar las desapariciones forzadas de campesinos realizadas por los terratenientes), poco nos siguió importando, más allá de: indignación porque resulta ilógico que un país no quiera paz, indignación porque al gobierno le vale madre lo que elije el pueblo.

Con la noticia del día servida siempre se viene la indignación, eso es lo más fuerte que nos acostumbramos a hacer, dejamos que se nos entumeciera la voluntad y noticias como estas: https://goo.gl/bsWz5S https://goo.gl/A3sRPk https://goo.gl/Zwofb2 no pasan a más, generamos un ruido lo suficiente para que los demás conozcan nuestra inconformismo, malo porque sí, malo porque no,  y dejamos el tema ahí porque ya se acabaron los comerciales y en el noticiero ya están pasando las fotos del nuevo bebé de las celebridades. 

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