clean-up

A finales del 2016 cambiaron a la empresa encargada del aseo del antro en el que paso al menos 9.5 horas diarias de lunes a viernes, el cambio se notó inicialmente por el cambio de uniforme, el de la nueva empresa es de color gris (lo que es bueno porque se ha de notar menos el mugre) y se asemeja mucho a esas sudaderas que las universidades e instituciones educativas empezaron a utilizar hace unos años, después de eso empecé a notar diferencias en la prestación de estos servicios.

Por un lado está el cambiar casi que por completo las personas que trabajaron con el contratista anterior (gente de muchos años a las que uno ya conocía el nombre), esto genera malestar en los demás que siendo también contratistas recordamos que lo que interesa al cliente (así lo niegue) es obtener su servicio por el menor precio (en el negocio del software se nota mucho que el precio hora es el más del 80% del peso para elegir al ganador, porque las certificaciones, procesos de calidad y demás que solicitan son solo papelería que nunca llega a cumplirse), así que resulta más fácil para la empresa disminuir costos con este modelo empresarial donde básicamente trabajas para una empresa que vende tu servicios, eso ya no es esclavitud, es prostitución pura y dura. Volviendo al tema de los servicios de aseo los siguientes cambios son los que he notado:

  • Ir al baño: sí antes creía que la señora que hacía la limpieza estaba pendiente de mis movimientos para poner en la entrada el letrero de piso húmedo (que en el caso del baño significa que lo están limpiando y toca esperar), con la nueva empresa estoy convencida que el truco es poner ese letrero en la puerta media mañana y media tarde, esto cumple con el propósito de disminuir las idas al baño, es realmente desmoralizante levantarse del puesto y ver que perdió el impulso, y también el consumo de agua (otra forma de ahorrar en la empresa) porque por lo general uno aprovecha para en una sola levantada realizar las dos cosas. 
  • El aseo de los puestos: creo que en el mundo corporativo el cubículo, puesto, metrocuadrado, es todo lo que uno tiene, y pues no es que se tenga mucho, por un lado está el minúsculo espacio asignado, porque es más grande una celda de la cárcel que tiene hasta cama y en estos puestos es difícil algo tan sencillo como estirarse (incluso para alguien de solo 1.60 cms), o tener al personal (como mi calendario de lego, porque no cabe y porque hay mucho ladrón oficinista por ahí) así que solo se tiene espacio para el pc, el teléfono, un calendario y el pocillo que permite administrar la dosis diaria de cafeína, debido a la falta de juete de algunos oficinistas estos pocillos pueden quedarse con recuerdo del mugre por un par de días (un período de vacaciones completo), así que para evitar la proliferación de bichos (porque a los oficinistas les pueden gustar el café, los batidos, la leche, entre otros) se creó la policía de los pocillos y cada mañana a primera hora (6am) las personas del aseo pasan por los puestos llevándose los pocillos aparentemente mugrosos y dejándolos en la cocineta más cercana, al principio generó muchas quejas de las personas que se quedaban sin pocillo, hasta que empezaron a darse cuenta que los pocillos no se lavan solos. 
  • Las conversaciones:  aunque la idea no es ser regionalista, racista y otro -ista que ofenda susceptibilidades, fue fácil darse cuenta que la mayoría de las integrantes de la nueva empresa tienen acento costeño y gustan de encontrarse en los baños o cocinetas para hacer lo que muchos de los trabajadores en este mundo hacemos: quejarse de su empleador, algo que no se notaba antes y que además en acento costeño suena mucho más animado, también me he dado cuenta de lo injusta que es la distribución de asignación por pisos, el fav. 
  • Las servilletas: no sé cómo funcionan ese tipo de contratos y sí el contratista  es el encargado de proveer también los implementos de aseo, pero en los dispensadores con muchas servilletas dejaron de llenarse y ahora solo se ve un paquete de servilletas pequeño y pasó de ser en todas las cocinetas a una que otra privilegiada, temo que en el futuro a los contratistas en sitio se les pedirá traer sus propias servilletas, letrinas y papel higiénico para disminuir los costos del cliente.  

El ecosistema oficinístico suele ser muy frágil, pero como animal de costumbre nos adaptamos y continuamos, al menos mientras no tengamos que hacer chichi en un arbolito.


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