Pamema II

Ayer la vi a la hora de la salida como nunca la había visto,  usted siempre tan puesta sonreía con uno de sus colegas mientras salía.
Fascinación fue lo que sentí,  no se alcanza a imaginar lo que es para mi que usted con sus buenos días, permiso, gracias, hasta luego, buen provecho, a la orden, todo siempre en un tono profesional y neutro, pueda desternillarse. 

Quise hacerme junto a usted, aprovechar su humor para decirle más que un hola, pero entonces volvió la vista a su teléfono, sin embargo seguía sonriendo con quién estaba al otro lado de la pantalla, una sonrisa de esas que uno no quiere interrumpir porque están llenas de ensoñación y encanto. 

Para mi desventura o su ventura la encontré en el centro comercial, estaba usted jugando con uno de los aparatos de la exposición, creo que tenemos el mismo operador de telefonía y quise usarlo como excusa para decirle hola, era la posibilidad 1 en 1'000.0000 para hacerlo, pero me quedé ahí desde el otro lado del pasillo viéndola sonreír más, fue para mi toda una revelación hacerlo, ver el cambio de su expresión circunspecta a una más reveladora le dio ese toque humano que su modo profesional de 7 a 6 no me ha dejado ver. 

Fui valiente, me dije a mi mismo que era ahora o ahora, y entonces la vi, una mirada ensoñadora, una sonrisa auténtica nacida de lo más profundo, todo al mismo tiempo en su rostro y por supuesto no eran para mi, no sobra decir que todo en usted cambió, así como dicen los poemas que se siente el amor, así se veía y en un acto de morbosa curiosidad me quedé ahí queriendo que ese conjunto de cosas fueran para mi. 

Hoy con su buenos días, permiso, gracias y buen provecho dibujé una sonrisa porque recordé lo que es verla más allá, no le voy a decir que me encanta esa combinación de sus cosas, yo solo le digo hola y sigo mi camino guardando esas cosas suyas dentro de mis secretos así como usted tiene los suyos. 

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