Pareciera que ya no estés roto, te vuelven las ideas que creías pérdidas en un momento de dolor que duró más de lo esperado, vuelves a sonreír de manera inesperada ante un recuerdo, te sientes diferente y no encuentras un por qué, aunque en realidad no te detienes a pensar en ello y sentirse así parece natural.
Empiezas a encontrar palabras para expresar esas nuevas ideas y el papel deja de estar en blanco, tus manos empiezan a recordar cómo hacer que esas palabras cobren vida y aquellos borradores abandonados vuelven a vivir bajo una luz diferente.
Tus manos recuerdan lo que pueden llegar a ser con esas nuevas ideas, encuentran un medio para ese propósito, las ideas parecen no acabar y las noches vuelven a quedarse cortas para encontrar qué hacer con ellas, tus manos y tus ideas.
Pasan días y te encuentras en una nueva costumbre, te pierdes en pensamientos y cuando regresas ya no sientes un vacío que precisa de tu lado más oscuro para saciarse, quedas tú y nuevas ideas, palabras, deseos, ansías, un poco más.
Entonces pareciera que no estás roto.
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