Peacefulness

Con el tiempo llega el aprecio hacia las cosas simples de la vida, de encontrar placer en la tranquilidad, incluso cuando esta significa volver a la soledad.

La fragilidad de la tranquilidad es subestimada,  vemos de lejos la vida del otro sin conocer cómo llega a su punto de equilibrio y pretendemos que nuestro contrato no irrumpe de manera violenta en su statu quo.


La tranquilidad bien puede mal entenderse con un estado de importanadaísmo, aunque en realidad sea un conjunto de definir prioridades, necesidades y dejar ir lo que no aporta, el proceso de dejar ir es complicado y eso es lo que desde afuera no se ve y tarda en procesarse, y es que cuando somos criados bajo la concepción cristiana de que una ofensa se responde poniendo la otra mejilla, cometemos la ofensa esperando ser disculpados y tener otra mejilla a disposición, porque hay que perdonar y dar oportunidades, pero la vida real no funciona así, perdonar y poner la otra mejilla es una práctica insana y masoquista, algo que va en contra de la tranquilidad (al menos de la mía).

Cuando encuentras algo que altera tu tranquilidad y lo dejas ir, es fácil que desde afuera critiquen tu falta de tolerancia y pases a ser una persona resentida, porque claro el problema eres tú que no aguantas nada (vamos a dejar aparte el tema sobre el escenario cuando eres mujer),  el escenario es que pasas a ser victimario cuando decides no justificar, eres tú el problema porque no das más oportunidades, porque no sacrificas tu tranquilidad para darle otra oportunidad a los demás (claro prima la tranquilidad del otro en lugar de la tuya).

A lo mejor soy somos intolerantes, a lo mejor dejamos acercar demasiado a las personas, tanto que nos hacen daño de manera fácil y sabemos que puede volver a suceder (lo que trae consigo la experiencia), perdonar, irse y dejar ir son la manera fácil de conservar la tranquilidad cuando recordamos que somos solo un instante en la vida de los demás, entonces ¿cómo es el instante que queremos recordar?, hay que pensarlo así, porque ya no estamos en edad de estar enterrando cadáveres. 






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