End of a era

13 años han sido suficientes para que me guste vivir en Medellín.

Me gusta caminar por la vía del tranvía hasta el centro y tomar ahí el bus que me lleva a la oficina.

Me gusta ir a la unidad deportiva los fines de semana y hacer algo de ejercicio.

Disfruto el no dejarme llevar por los afanes y ruidos que trae el vivir en una ciudad, procuro hacerlo todos los días y no fallar en el intento de llegar a tiempo.

Después de 12 años trabajando con la misma empresa el cambio fue refrescante, cambio de oficina, de compañeros, de dinámica en las relaciones.

Saber que de vez en cuando se me sale algo en acento paisa ha sido aterrador, así que ahora intento decir chuspa, lajonce, lajocho más seguido y no perder las raíces.

Después de 13 años, niñox cambio su lugar de trabajo, creo que a él se le dio más difícil que a mi, pero si estás leyendo esto probablemente te consta que no tengo corazón y el tiene el suficiente para los dos.


Han cambiado muchas cosas en los últimos 13 años, la tercera parte de mi vida la he pasado en Medellín, terminé mi carrera, terminé mi especialización, tengo una hija, cambié de trabajo, cambié de credo o mejor, acepté mi no credo, me siento bien con todo lo que he dejado pasar en mi vida, me perdoné por lo que me dejé hacer, así que creo que la juventud ya se me pasó, soy un adulto de verdad, la esposa de ..., la mamá de... la señora de...

El fin de una era, que es solo el principio de otra, esa donde se notan las canas y empiezo a cuidar la alimentación por el metabolismo, y cada mañana me pregunto: ¿porqué no me acosté más temprano anoche?, el principio de la adultez de verdad, porque mentalmente sigo teniendo 17 años.


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