M. Hyde

Abrió los ojos de golpe y de un golpe la luz obligó a que los cerrara de nuevo para abrirlos lentamente, 20 dedos, 2 brazos, dos piernas, dos orejas, sin sangre, un par de rasguños en las piernas, la espalda y el rastro de suaves mordiscos, ahí fue cuando cayó en cuenta de su desnudez, una mirada al rededor le dijo que ese sitio no lo conocía, esa no era su cama y algunas de las prendas que estaban regadas por el suelo eran suyas.
¡Otra vez! fue todo lo que pensó mientras se vestía con prisa, buscaba algo de dinero y trataba de recordar dónde estaba, cómo había llegado allí, cómo podía salir y las consecuencias de lo que no sabía que había sucedido.
La puerta se abrió y su plan de fuga se vio frustrado cuando una sonrisa amable se acercaba de forma seductora y llevaba su cuerpo contra una pared a la vez que le ofrecía algo de desayuno, sin tiempo para reaccionar se ayudó a desvestir y dejó sus pensamientos para después...

a: es la primera vez que te atrapo antes de escaparte.
b: (levantando sus cejas y con expresión confundida) ¿ha sucedido antes? me refiero a tú y yo, acá.
a: no de esta manera, con ropa, hablando y con una mesa de por medio
b: ¿muchas veces?
a: dejé de contar después de la sexta vez y eso fue hace más de un año.
b: llevó su cabeza a sus manos, la levantó y dijo de una manera sincera: lo siento, te diría que no soy así, pero al parecer hay muchos hechos que demuestran lo contrario.
a: ¿qué es lo que sientes exactamente: haberte escapado tantas veces o no alcanzar a escaparte esta vez?
b: ambas cosas,  supongo.
a: en tu defensa, si no me gustaras no estarías acá, mucho menos cuando sigo sin saber tu nombre.
b: ¿quieres saber mi nombre?
a: creo que es un buen punto de inicio.
b: está bien,  pero a cambio también quiero respuestas.
a: me parece justo.
b: ¿cómo, cuándo y porqué llegué acá?
a: el viernes en la noche estabas en la barra del bar, me viste entrar, sonreiste me invitaste algo de tomar,  el resto ya te lo puedes imaginar.
b: ¿siempre sucede así?
a: después de la primera vez, sí. ¿No recuerdas nada?, hieres mi ego, nunca ha parecido que te afecte el alcohol.
b: lo último que recuerdo es estar en casa, después de un largo día de trabajo con la intensión de darme un baño, comer algo que se calentara en el microondas y dormir, ese es mi plan para los fines de semana desde hace más de un año, cuando descubrí la razón de mis "lagunas mentales".
a: no entiendo lo que quieres decir.
b: hace algo más de un año empecé a despertarme en lugares desconocidos, o en mi apartamento sin recordar nada de lo ocurrido en las últimas horas o par de días, según la medicina físicamente no tengo nada, pero, mi complejidad va más allá de lo que la terapia puede resolver, se supone que un par de pastilla antes de dormir hacen el truco, por lo que me dices, creo que no.
a: ¿qué me quieres decir?
b: lo que hay en mi cabeza algunas veces se sale de control, no recuerdo lo que sucede en esos casos.
a: me siento mejor ahora que sé porqué no me recuerdas, y qué ahora me vas a recordar más allá de tu versión M. Hyde.
b: creo que debería irme.
a: creo que deberíamos estar haciendo algo para  que dejes de tomar tus pastillas y sepas dónde estás antes de decidir escaparte.
b: entonces empecemos por mi nombre antes de olvidarlo de nuevo.


Abrió los ojos de golpe y la luz obligó a que los cerrara de nuevo para abrirlos lentamente, 20 dedos, 2 brazos, dos piernas, dos orejas, sin sangre, un par de rasguños en las piernas, la espalda y el rastro de varios mordiscos, desnudez, una sonrisa y una mirada cómplice le hicieron recordar donde estaba y lo poco que le importaba dejar de tomar sus pastillas.

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