Pamema V
Un atardecer de esos en los que suelo ir sin prisa mientras caminaba por Ciudad del Río un niño de unos dos años empezó a caminar a mi lado, como dicen las buenas costumbres me saludó y le devolví el saludo, para, segundos después tener a alguien un poco mayor caminando a mi lado, con lo que me preocupé, me quité los audífonos y entablé una amable conversación con la dueña de unos hermosos ojos cafés que me dijo llamarse Martina, tomaba limonada natural y era lo suficientemente mayor para caminar con un vaso de cristal en las manos.
Como dicen las buenas costumbres le pregunté a Martina donde estaban sus padres y la acompañé hasta el lugar, después de un gracias y una nueva amiga seguí mi camino con una sonrisa, porque no todos los días se es asaltado por dos niños que solo quieren decir hola.
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cuentos
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