Pamema IV
Los primeros días que vi a Diana iba con su uniforme corporativo, sin saco o chaqueta, algo para mi desconcertante para los 15° a esa hora de la mañana, pero con los brazos cruzados, la temperatura ha aumentado, pero Diana sigue con los brazos cruzados y expresión de disgusto sin importar como pinte el día.
Diana se levanta antes de las 5 am, hoy como de costumbre tenía ganas de nada, ni siquiera de detener la alarma, solo se levantó en modo automático, se sentó en el sanitario a esperas de que algo sucediera, nada sucedió.
Diana se bañó con agua fría y antes de las 5:30 am toma el bus que la deja en la avenida oriental, a esa hora su ruta no está muy congestionada y logra subir por la Ayacucho a eso de las 6:25.
Diana no voltea la cabeza para mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar, solo ve al semáforo peatonal, debe ser difícil caminar con los brazos cruzados y voltear la cabeza.
Diana debe preguntarse porqué le sonrío cuando me la encuentro, para mi sorpresa la expresión de Diana se puede hacer más fuerte, podría apostar a que aplasta fríjoles con su entrecejo.
Diana no sabe que yo creo que se llama Diana, tampoco sabe que cuando la veo a lo lejos empiezo a preguntarme porqué sigue cruzando los brazos y si no le duele la espalda por tan incómoda posición.
Diana espera que mañana sea el día que algo pase, hoy al acostarse pensará un par de veces en algo muy importante para hacer mañana, cuando suene la alarma tendrá en la cabeza algo importante que tenía que hacer, durante todo el camino al trabajo va a tratar de recordar lo que se llevó a la cama como último pensamiento esperando que nada la distraiga, ni siquiera esa extraña mujer que sonríe al verla y le hacer olvidar lo que estaba a punto de recordar.
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