amor, historias de amor
No debería leer historias de amor, menos las que me gustan, esas que me parecen inteligentes (nada de cosas rosas con el vivieron felices por siempre), esas que logran enamorarme, esas en las que quiero releer para saber que no se me escapo nada, las que dibujan escenas en mi mente, esas que me regalan diálogos que alguna vez quisiera utilizar (en una estación de trenes, en un aeropuerto, en el baño del centro comercial).
No debería de hacerlo, no porque me generen trauma, me hagan llorar o al final decido que perdí el tiempo, tampoco es porque me hagan creer que idealizo el amor y entonces mi realidad es la que me pone a llorar, no, no es eso.
No debería leer historias de amor, porque entonces me ponen a pensar en el amor, en lo que creo qué es el amor, en la construcción que hacen de sí mismos los personajes para darse cuenta que están enamorados y que han amado a diferentes personas a lo largo de su vida pero no lo vieron porque estaban buscando en el lugar equivocado.
No debería leer historias de amor porque después de pensar en el amor descubro que también he amado y perdí sin querer la oportunidad de amar y es entonces cuando entiendo que nunca podré amar con la valentía de los personajes de un libro, nunca podré darlo todo, por más que lo quiera soy un personaje real y por eso mi tendencia es a estar siempre mal construida, a tener características incompatibles unas con otras y podré creer que ahora lo doy todo, pero después cuando vuelva a pensar en el amor encontraré que me faltó algo.
No debería leer historias de amor, no de las que me gustan a mi, porque entonces no podré mirarte a los ojos y decirte que seremos felices por siempre.
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