Recuerdo
Era el inicio de la tarde, las maletas ya estaban en la parte superior de la "chiva" y el reloj corría lentamente... una manecilla tras otra antes del sonido que inicia el principio del recorrido de tres horas y media... (riofrio - trujillo-el alto de los viejos- el cruce- la llanada - el fusil- Naranjal o bolívar-primavera - el cruce - la llanada - el fusil - Naranjal).
Después de mucho polvo, frío y voladeros, otra vez el rugir del motor y el "pito" de la chiva al entrar al pueblo marcan el inicio del fin del recorrido, un pequeño descenso de la montaña que hoy en día sigue sin pavimentar y el olor fresco a atardecer y pasto húmedo se cuela dentro del transporte y en cuatro mal contadas cuadras se ve la "Bomba" del pueblo allí donde sentiré que mi viaje ha terminado, cuando escuche el último gemido de la chiva, porque para mi aquí termina el viaje e inician mis vacaciones.
Se tarda más el gemir de la chiva que el poder visualizar una cuadra más abajo de la bomba como se abre la puerta (un tiempo azul, otro naranja) y comienza a desgranar una que otra tía o prim@ subiendo la pequeña cuesta para desembarcar las maletas y claro a otros más que pasaran una temporada en la casa de los abuelos.
Entre besos y abrazos descender de la chiva, esperar que el ayudante tire las maletas, mientras tanto en un acto involuntario miro hacia el pueblo y un suspiro se siente llegar (quizás para hoy poderle recordar y sentir nostalgia), descender la cuadra hasta la casa abrir la puerta en medio de un ocasional rechinar de la vieja madera.... entrar y sentir el olor a cera para piso fundirse con el de café caliente y el aire frío del pequeño corredor que a su lado cuenta con unos helechos, garzas, anturios y otras "matas" que imprimen ese color verde que hoy tan vivaz como siempre recuerdo.
Más besos y abrazos (que en aquel entonces me parecían molestos pero que hoy siente más cercanos) un par de hombre de dios y muchos dios te bendiga hacían parte de la bienvenida acompañado del chocolate, el queso y el pan, pues es ya la hora de la merienda aunque dentro de una rato habrá que hacerle espacio a los frijoles con arroz, huevo y tajada.
en las mañanas uno que otro día al levantarse escuchar el crujir del maíz dentro de la máquina de moler y el olor a arepa caliente, unos cuantos grillos y algunos pájaros levantan el animo colaborador y con el salir del sol que a las 6 de la mañana aún con algo de pereza intentar armar alguna arepa o con la "china" avivar el carbón con el quiebre de muñeca necesario para que no queme las arepas pero para que tampoco se apague.
El baño al fondo a la izquierda con su chorro de agua fría que era mecido por el viento lograndome varios estornudos mientras termina el baño, salgo, me visto y tomo el chocolate caliente con perico y arepa recién cocida.
Tardes con sol brillante que apareció entre las montañas y que llegada la tarde no ahuyenta el frío y dándose por vencido se esconde entre más montañas da paso al ocaso que antecede a la bella, blanca y fría luna y su noche que se ve más hermosa desde el rincón de las montañas, luna que iluminó rondas infantiles, y el camino a la iglesia los domingos a las siete, se colaba entre las ramas de los arboles de mango del parque y fue testigo de esos inocentes besos que se robaban entre uno y otro escondite.
Caminatas al río, subidas de tres horas de montaña, visitas a las fincas, lecturas en el hoy irreconocible sótano, juegos de damas, parqués, dominó, sabelotodo y a ver si sabes, atrapar el alacrán de turno y verlo morir colgado de la viga del corredor, guardar la ropa y escoger lo propio sin refundir lo ajeno, hacer fila para cepillarse los dientes antes de acostarse y guardar la cobija para que no la escondieran, esperar según lo acordado la llegada de la chiva con los dulces de mis padres y la nota graciosa de mi padre, las filas en el viejo telecom y sus tres cabinas que hoy como en aquel entonces no siempre funcionaban y tocaba hacer fila para ver si la llamada entra después de dos semanas de incomunicación telefónica.
Después levantarse en la madrugada algunas veces sin baño incluido pero habiendo tomado aguapanela con queso (gracias a los débiles de estomago) subiendo una cuadra hasta la bomba con las maletas después de decir adiós a las tías, entrando lento en la habitación de los abuelos para el último hombre de dios y recibir más dinero de despedida y sentir que a pesar de todo no hubo suficiente tiempo para todo lo que hay por hacer y escuchar el último rechinar de la puerta.
En la chiva ver pasar los arboles y la neblina que se mezcla con camino y se adentra en el transporte para iniciar rondas de estornudos (afortunadamente con los años desarrolle el poder de dormir en chiva y evitar los estornudos), sentir alejarse el olor a hierba y roció y perder la noción de naturaleza mientras se dejan atrás los vacíos y los "voladeros" para poder ver desde el descenso de las montañas lo que es el valle y dar por terminadas las vacaciones cuando pasamos por encima de aquel viejo puente (hoy en ruinas) que une río frío y tuluá por encima del cauca, llegar a casa y con otros hombre de dios decir hola darse un baño y tomar chocolate con perico.
Después de mucho polvo, frío y voladeros, otra vez el rugir del motor y el "pito" de la chiva al entrar al pueblo marcan el inicio del fin del recorrido, un pequeño descenso de la montaña que hoy en día sigue sin pavimentar y el olor fresco a atardecer y pasto húmedo se cuela dentro del transporte y en cuatro mal contadas cuadras se ve la "Bomba" del pueblo allí donde sentiré que mi viaje ha terminado, cuando escuche el último gemido de la chiva, porque para mi aquí termina el viaje e inician mis vacaciones.
Se tarda más el gemir de la chiva que el poder visualizar una cuadra más abajo de la bomba como se abre la puerta (un tiempo azul, otro naranja) y comienza a desgranar una que otra tía o prim@ subiendo la pequeña cuesta para desembarcar las maletas y claro a otros más que pasaran una temporada en la casa de los abuelos.
Entre besos y abrazos descender de la chiva, esperar que el ayudante tire las maletas, mientras tanto en un acto involuntario miro hacia el pueblo y un suspiro se siente llegar (quizás para hoy poderle recordar y sentir nostalgia), descender la cuadra hasta la casa abrir la puerta en medio de un ocasional rechinar de la vieja madera.... entrar y sentir el olor a cera para piso fundirse con el de café caliente y el aire frío del pequeño corredor que a su lado cuenta con unos helechos, garzas, anturios y otras "matas" que imprimen ese color verde que hoy tan vivaz como siempre recuerdo.
Más besos y abrazos (que en aquel entonces me parecían molestos pero que hoy siente más cercanos) un par de hombre de dios y muchos dios te bendiga hacían parte de la bienvenida acompañado del chocolate, el queso y el pan, pues es ya la hora de la merienda aunque dentro de una rato habrá que hacerle espacio a los frijoles con arroz, huevo y tajada.
en las mañanas uno que otro día al levantarse escuchar el crujir del maíz dentro de la máquina de moler y el olor a arepa caliente, unos cuantos grillos y algunos pájaros levantan el animo colaborador y con el salir del sol que a las 6 de la mañana aún con algo de pereza intentar armar alguna arepa o con la "china" avivar el carbón con el quiebre de muñeca necesario para que no queme las arepas pero para que tampoco se apague.
El baño al fondo a la izquierda con su chorro de agua fría que era mecido por el viento lograndome varios estornudos mientras termina el baño, salgo, me visto y tomo el chocolate caliente con perico y arepa recién cocida.
Tardes con sol brillante que apareció entre las montañas y que llegada la tarde no ahuyenta el frío y dándose por vencido se esconde entre más montañas da paso al ocaso que antecede a la bella, blanca y fría luna y su noche que se ve más hermosa desde el rincón de las montañas, luna que iluminó rondas infantiles, y el camino a la iglesia los domingos a las siete, se colaba entre las ramas de los arboles de mango del parque y fue testigo de esos inocentes besos que se robaban entre uno y otro escondite.
Caminatas al río, subidas de tres horas de montaña, visitas a las fincas, lecturas en el hoy irreconocible sótano, juegos de damas, parqués, dominó, sabelotodo y a ver si sabes, atrapar el alacrán de turno y verlo morir colgado de la viga del corredor, guardar la ropa y escoger lo propio sin refundir lo ajeno, hacer fila para cepillarse los dientes antes de acostarse y guardar la cobija para que no la escondieran, esperar según lo acordado la llegada de la chiva con los dulces de mis padres y la nota graciosa de mi padre, las filas en el viejo telecom y sus tres cabinas que hoy como en aquel entonces no siempre funcionaban y tocaba hacer fila para ver si la llamada entra después de dos semanas de incomunicación telefónica.
Después levantarse en la madrugada algunas veces sin baño incluido pero habiendo tomado aguapanela con queso (gracias a los débiles de estomago) subiendo una cuadra hasta la bomba con las maletas después de decir adiós a las tías, entrando lento en la habitación de los abuelos para el último hombre de dios y recibir más dinero de despedida y sentir que a pesar de todo no hubo suficiente tiempo para todo lo que hay por hacer y escuchar el último rechinar de la puerta.
En la chiva ver pasar los arboles y la neblina que se mezcla con camino y se adentra en el transporte para iniciar rondas de estornudos (afortunadamente con los años desarrolle el poder de dormir en chiva y evitar los estornudos), sentir alejarse el olor a hierba y roció y perder la noción de naturaleza mientras se dejan atrás los vacíos y los "voladeros" para poder ver desde el descenso de las montañas lo que es el valle y dar por terminadas las vacaciones cuando pasamos por encima de aquel viejo puente (hoy en ruinas) que une río frío y tuluá por encima del cauca, llegar a casa y con otros hombre de dios decir hola darse un baño y tomar chocolate con perico.
2 Comments
que paso?.. estamos cambiando la escuela poeta.. del nadaismo .. al creacionismo.. uyyy.. este te quedo muy poetico.. pero lindo...hasta llegue a pensar mientras lo leia que era alguna copia que habias sacado de alguna pagina web.. ( copy - paste ).
ReplyDeleteEsta vieje esta que le monta competencia a Eduard Pereira..´ç
Los cuentos de de Edilay.
Topacio...
jejeje, es solo que después de 8 meses sin ir al valle (mi valle del cauca, mi valle del!!!) empiezan a darse brotes de nostalgia, la familia, el pueblo, en fin...
ReplyDeleteEscribe ahora o calla para siempre!