Ceo que la presión inicia en la adolescencia, como muchos de los males del ser humano, pero ahora que lo pienso bien empieza desde el momento en que nacemos, si eres niña te rompen las orejas y te visten de rosa, si eres niño azul, para los más arriesgados están el verde y amarillo porque puede que los bebés no distingan los colores, pero los papás no deben ser monocromáticos.
No sé en qué momento el vestir se volvió una actividad de "qué pensarán los demás" y menos un "me siento bien con esto", de niña me molestaba que para ir a algunos sitios me vistieran como mi mamá quería: vestido y zapatos de material los menos favoritos son los brillantes (que se ven como la orca) porque si se rallaban significaba que hasta ahí llegaban, después el regaño y quedarse sentado quieto, solo respirando, aparte de un ampolla que llegaba porque esos zapatos eran muchas cosas que van en contra de cómodo.
El estar mal vestido es de esas cosas que a las mamás le generan repelús porque: ¿qué van a pensar los demás?, no importa la ampolla, no importa el que un niño de 5 años esté en una fiesta infantil sentado quieto solo porque no debe dañar los zapatos o enmugrar el vestido, vestirse era dejar que la mamá le pusiera el disfraz que ella quisiera, no sé si por eso crecí con ganas de poco salir, porque estar en la casa significaba estar en shorts, tenis y camisetas... la libertad, salir significaba miradas de reproche así la ropa estuviera limpia, no estuviera rota y tampoco fuera robada, así solo fueras a la biblioteca del colegio a hacer tareas o a entregar un libro, otro era el caso de ir al médico donde se hacía necesario hasta ponerse los cucos bonitos, la ropa de domingiar y oler rico, porque así las mamás se preocupen por cómo te vas lo que más terror les genera es que tengas un accidente, pierdas la conciencia y un doctor te vea con los cucos menos bonitos o las medias rotas.
Personalmente en la única área que respeté los deseos de mi mamá fue en el uniforme del colegio, ella me los hacía y coincido con ella en que eran los más bonitos del salón, los prenses de la falta siempre se veían bien, las medias siempre eran blancas muy blancas, los zapatos limpios y si eran los de diario estaban relucientes, me parecía y hoy en día me parece una bobada el pelear por el largo de la falta, arriesgarse a un llamado de atención, creo que dice más de una persona un uniforme bien puesto que un par de piernas, eso lo aprendí de mis papás, mi papá siendo policía nos recalcaba el respeto por el uniforme ya que al usarlo somos la representación de una institución, y mi mamá que se encargaba de que siempre se viera bien.
Durante la adolescencia se sufre del qué dirán, deja de ser una preocupación de las mamás y se convierte en una propia y es una porquería, es una pelea inconsciente en ver quién tiene "lo mejor" ¿y quién sabe qué diablos es lo mejor? no sé, pero indiscutiblemente nunca es barato, ahí las palabras que las mamás usaban en la niñez: "para que se vea bonita" resuenan antes de salir y la comparación que hacía la mamá de ti vs los demás y su ropa ya la haces de forma automática, incluso ya tienes sus prejuicios: una niña decente no... pero lo peor es cuando lo que tu mamá señaló como mal es lo que te gusta, entonces el prejuicio pasa a ser resentimiento, y nuestra forma de vestir pasa de ser el sentirse cómodo y poder ser la niña de 5 años que quería ir en tenis a una fiesta para poder jugar a ser la niña que quiere que la vean bonita, se pone zapatos que aumentan su estatura 5 cms así le tallen y no dejen caminar, falda ajustada que no deja que te sientes cómoda, maquillaje en la cara que no permite te laves la cara cuando tienes sueño, la niña que se va a ver mejor que las demás.
Exhibir es vender así son los rituales de apareamiento humano, congéneres se convierten en competencia y como competencia son evaluadas y medidas, así nos dicen a las mujeres que somos, por eso al cruzar la puerta todo se convierte en el qué dirán y somos nosotras quienes decimos y decimos mucho, admiro a esas mujeres que son capaces de levantarse una hora antes para poderse maquillar, peinar, desfilar lo que se van a poner en el día así se cambien tres veces antes de salir, esas mujeres que se producen, mientras que yo prefiero dormir esa hora y ahorrarme el ritual de desmaquillado y hacer alguna otra cosa más en la noche durante esa media hora.Mujeres para las que llegó el fin del mundo y debieron quedarse encerradas en sus casas, no volvieron a cruzar la puerta, el cambio que se dio durante este año sirvió para descubrir lo pesado que es vestirse para los demás, que por más que se negara la mayoría de mujeres preferimos estar en tenis mientras trabajamos, que justo entre esas mujeres que se producían cada día para ir a trabajar y resaltar pueden ser esas que no se bañan para hacer home office porque si no se cruza esa puerta no importa lo que digan los demás.