Carolina tenía una canción para cada día, le gustaban las canciones del Tropicombo que invocaban a Carolina Dominguez, esas eran para los viernes, los sábados y algunos domingos, porque eso encendía la sobrozura y la invitaba a mover el esqueleto.
Carolina de La Quinta Avenida era la que escuchaba cuando iba a encontrarse con alguno de sus amantes ocasionales, querían cambiar su color de piel, probar su miel, pero ninguno llegaba a ser el ladrón de su soledad.
No te escondas Carolina de Macaferri & Asociados era la que le calentaba el corazón cuando estrenaba enamoramiento, le daba los ánimos que necesitaba para dejar de hacerse la difícil y resistirse al amor.
Carolina de M Clan fue la canción que escuchó cuando su adolescencia la llevó a ser una Lolita más, más perversa, más osada, más caliente, tanto, que avergonzaría Nabokov.
Sweet Caroline de Neil Diamond le rompía el corazón porque le recordaba el amor bonito que le enseñó que ni siquiera el amor dura para siempre.
Para subirse el ánimo después de Diamond y Crow escuchaba la Carolina de Eddy Herrera, así recordaba esa vena masoquista que tenía el amor porque le parecía increíble que alguien extrañara exactamente sus reproches.
Cuando sentía una extraña conexión con el mundo Carolina de Caetano Veloso se quedaba en un loop infinito, después Carolina de Sheryl Crow continuaba el ciclo infinito. y uno que otro suspiro melancólico se escapaba, se preguntaba si las Carolinas que no hablaban español tenían tendencias nostálgicas porque en español las canciones solían tener un tono más alegre.
Carolina tenía una canción para cada día y se acabaron los días antes que acabarse sus canciones.
Carolina de La Quinta Avenida era la que escuchaba cuando iba a encontrarse con alguno de sus amantes ocasionales, querían cambiar su color de piel, probar su miel, pero ninguno llegaba a ser el ladrón de su soledad.
No te escondas Carolina de Macaferri & Asociados era la que le calentaba el corazón cuando estrenaba enamoramiento, le daba los ánimos que necesitaba para dejar de hacerse la difícil y resistirse al amor.
Carolina de M Clan fue la canción que escuchó cuando su adolescencia la llevó a ser una Lolita más, más perversa, más osada, más caliente, tanto, que avergonzaría Nabokov.
Sweet Caroline de Neil Diamond le rompía el corazón porque le recordaba el amor bonito que le enseñó que ni siquiera el amor dura para siempre.
Para subirse el ánimo después de Diamond y Crow escuchaba la Carolina de Eddy Herrera, así recordaba esa vena masoquista que tenía el amor porque le parecía increíble que alguien extrañara exactamente sus reproches.
Cuando sentía una extraña conexión con el mundo Carolina de Caetano Veloso se quedaba en un loop infinito, después Carolina de Sheryl Crow continuaba el ciclo infinito. y uno que otro suspiro melancólico se escapaba, se preguntaba si las Carolinas que no hablaban español tenían tendencias nostálgicas porque en español las canciones solían tener un tono más alegre.
Carolina tenía una canción para cada día y se acabaron los días antes que acabarse sus canciones.