Hace unos días terminé en un chat con alguien que en la adolescencia me rompió el corazón sin saberlo, fue un amor de esos platónicos y devastadores, recordar que no soy la persona de ése entonces se hizo evidente a medida que avanzaba la conversación, después de su enésimo error de ortografía busqué la salida de emergencia más cercana y corrí hacia ella. El resto del día estuve tratando de recordar el porqué me gustaba tanto en ése entonces y aparte de su ortografía qué otras cosas no vi y me llevaron a perder la locura un par de veces. Pasé el mal rato recordando Cherry Lips de Garbage: But she was young and dumb.
Hace 12 años llegué a Medellín de la mano de un nuevo trabajo, la señora que me leyó las cartas (no, no las de recomendación) dijo que ese evento me cambiaría la vida completamente, señora de las cartas, quiero que sepa que no se equivocó. Hace poco más de un mes dije adiós a esa empresa que me hizo cambiar de ciudad, sigo en la misma ciudad, pero con una nueva razón social, en realidad no fue una decisión difícil, ya llevaba conmigo un desgaste grande al tratar de cambiar las cosas, estrellarme una y otra vez, así que me decidí por un cambio que hasta el momento me ha gustado.
El cambio que más me ha gustado es no estar en la sede del cliente, la sensación de no sentirse como el miserable contratista es algo muy bonito, también ha mejorado mi calidad de vida al no morir de frío todos los días, quién diría que es posible trabajar en una temperatura de 21°C, ese cambio de temperatura ha afirmado mi teoría de que el hambre era efecto secundario del frío al que estaba siendo sometida.
Durante los últimos meses littleSaltamontes ha estado comprometida con su entrenamiento y ha visto cómo el sudor se convierte en victorias, me gusta que descubra que la suerte no existe y más allá del espíritu competitivo entienda que así como ella otros también se esfuerzan y que la diferencia se logra dando siempre un poco más (Así como en Gattaca: no guardar nada para después).
No sé si el ambiente político generó lo mejor o lo peor de mí, solo llegué al punto de saber cual iba a ser mi voto y leer en silencio la desinformación generada desde cada campaña, me uno al dolor de patria de muchos, pero sin la pataleta o el tonto triunfalismo, con la convicción clara de ser el cambio que quiero ver.
A propósito de ser el cambio, es sorprendente que nos parezca increíble que hayan personas que se encargan de recoger su basura, pero no resulta tan increíble cuando nos sentimos ganadores al colarnos en una fila, cuestión de cultura, cuestión de asumir la responsabilidad hasta de los actos que parecen pequeños.
Cerca a mi casa abrieron un nuevo centro comercial, lo que más me ilusiona es que hay un todo en artes que funciona hasta las 8:00 pm, eso da un margen amplio para comprar la cartulina que toca llevar al colegio, inicialmente me llamaba la atención el saber que iba a tener salas de cine cerca, pero ha sido triste encontrarme solo con películas dobladas, y decepciona mucho que cuando la función termine después de las 9:30 la única salida sea por medio del ascensor para que uno "no ande por el centro comercial" (pereza de los vigilantes de darse una vuelta por los pisos? como es un centro comercial orientado al estrato 3 mejor se evitan la fatiga?).
La semana pasada leí un artículo sobre los hábitos de pobreza que tenemos y transmitimos a nuestros hijos, el primer punto dice que el 72% de los ricos conocen exactamente sus finanzas frente al 5% de los pobres, me voy a quedar en este punto porque me siento completamente identificada, desde que empecé a ganarme el sustento y ser adulto responsable he intentado varias veces llevar el control de mis gastos, pero en un momento me veía abrumada porque las deudas siempre son más de lo que se puede pagar y ver saldos en rojo no es lo mejor para subir el ánimo, pero es un ejercicio necesario, no para volverse tacaño, pero sí para identificar lo mucho que malgastamos y nos endeudamos pensando en las mejoras que traerá el futuro y desde febrero tener plan para la prima de diciembre, hace un tiempo probé una aplicación llamada expense manager y cuando me comporto juiciosa registrando cada gasto conozco más fácil lo que llevo en el bolsillo y cuántas empanadas puedo comprar con eso.
Al fin le hice aseo al correo de gmail, terminé suscripciones a sitios que no recordaba haberme suscrito, también leí los correos de cumpleaños que en su momento me enviaron los fondos de pensiones y cesantías, bancos y uno que otro sitio xxx, es bonito ver que los bots tienen corazón fiestero.
Hace 12 años llegué a Medellín de la mano de un nuevo trabajo, la señora que me leyó las cartas (no, no las de recomendación) dijo que ese evento me cambiaría la vida completamente, señora de las cartas, quiero que sepa que no se equivocó. Hace poco más de un mes dije adiós a esa empresa que me hizo cambiar de ciudad, sigo en la misma ciudad, pero con una nueva razón social, en realidad no fue una decisión difícil, ya llevaba conmigo un desgaste grande al tratar de cambiar las cosas, estrellarme una y otra vez, así que me decidí por un cambio que hasta el momento me ha gustado.
El cambio que más me ha gustado es no estar en la sede del cliente, la sensación de no sentirse como el miserable contratista es algo muy bonito, también ha mejorado mi calidad de vida al no morir de frío todos los días, quién diría que es posible trabajar en una temperatura de 21°C, ese cambio de temperatura ha afirmado mi teoría de que el hambre era efecto secundario del frío al que estaba siendo sometida.
Durante los últimos meses littleSaltamontes ha estado comprometida con su entrenamiento y ha visto cómo el sudor se convierte en victorias, me gusta que descubra que la suerte no existe y más allá del espíritu competitivo entienda que así como ella otros también se esfuerzan y que la diferencia se logra dando siempre un poco más (Así como en Gattaca: no guardar nada para después).
No sé si el ambiente político generó lo mejor o lo peor de mí, solo llegué al punto de saber cual iba a ser mi voto y leer en silencio la desinformación generada desde cada campaña, me uno al dolor de patria de muchos, pero sin la pataleta o el tonto triunfalismo, con la convicción clara de ser el cambio que quiero ver.
A propósito de ser el cambio, es sorprendente que nos parezca increíble que hayan personas que se encargan de recoger su basura, pero no resulta tan increíble cuando nos sentimos ganadores al colarnos en una fila, cuestión de cultura, cuestión de asumir la responsabilidad hasta de los actos que parecen pequeños.
Cerca a mi casa abrieron un nuevo centro comercial, lo que más me ilusiona es que hay un todo en artes que funciona hasta las 8:00 pm, eso da un margen amplio para comprar la cartulina que toca llevar al colegio, inicialmente me llamaba la atención el saber que iba a tener salas de cine cerca, pero ha sido triste encontrarme solo con películas dobladas, y decepciona mucho que cuando la función termine después de las 9:30 la única salida sea por medio del ascensor para que uno "no ande por el centro comercial" (pereza de los vigilantes de darse una vuelta por los pisos? como es un centro comercial orientado al estrato 3 mejor se evitan la fatiga?).
La semana pasada leí un artículo sobre los hábitos de pobreza que tenemos y transmitimos a nuestros hijos, el primer punto dice que el 72% de los ricos conocen exactamente sus finanzas frente al 5% de los pobres, me voy a quedar en este punto porque me siento completamente identificada, desde que empecé a ganarme el sustento y ser adulto responsable he intentado varias veces llevar el control de mis gastos, pero en un momento me veía abrumada porque las deudas siempre son más de lo que se puede pagar y ver saldos en rojo no es lo mejor para subir el ánimo, pero es un ejercicio necesario, no para volverse tacaño, pero sí para identificar lo mucho que malgastamos y nos endeudamos pensando en las mejoras que traerá el futuro y desde febrero tener plan para la prima de diciembre, hace un tiempo probé una aplicación llamada expense manager y cuando me comporto juiciosa registrando cada gasto conozco más fácil lo que llevo en el bolsillo y cuántas empanadas puedo comprar con eso.
Al fin le hice aseo al correo de gmail, terminé suscripciones a sitios que no recordaba haberme suscrito, también leí los correos de cumpleaños que en su momento me enviaron los fondos de pensiones y cesantías, bancos y uno que otro sitio xxx, es bonito ver que los bots tienen corazón fiestero.