recuerdo tu piel, me perteneció muchas veces
aparecen de vez en cuando tus palabras, duelen, aveces
¿recuerdas mi piel? te perteneció cientos de veces
¿suenan en tu cabeza mis palabras? espero te duelan, te torturen miles de veces.
calentaste mi cuerpo, incendiaste mis sentidos
calenté tu cuerpo, incendié tu maldita conciencia.
¿recuerdas mis sentidos? ya no te sienten
¿aún enciendes tu conciencia? espero no te caliente, te hable a mitad de la noche.
me perdía en tus silencios, te encontraba en pensamientos
te perdías en mi cuerpo, encontrabas el camino con rastros de sudor.
que te duelan tus silencios, que sepas ya no te pienso
que te pierdas en otros cuerpos, que en el sudor me busques.
recordar y doler
calentar y perder
callar y sentir
puedes doler, deseo te duela.
perseguiría la luna
le gritaría tu nombre
robaría tus noches
me quedaría con fragmentos de tu calma
marcaría tu piel
bastaría con besos tensarla un poco
enloquecería contigo
me perdería en tus pensamientos
escribiría un te amo en papel
te lo enviaría cuando dejes de amarme
Caminar es de esos placeres sencillos que de vez en cuando me hacen falta, descubrir las calles, reconocer lugares, dejarse llevar por un sonido, por un olor. (claro que con el temor respectivo de ser atracado)
Olores que recuerdan un momento.
Me gusta la noche, no sólo porque duermo, tal vez por el silencio, tal vez porque la soledad no me agobia, tal vez porque está llena de olores.
Las calles de la ciudad, la noche, sus olores, Jazmín de noche, ése puede ser el olor de mi locura, suelo detenerme en cuanto lo percibo, lo disfruto y me quedo unos cuantos minutos para sentir que llega a mis pulmones y vuelve a salir, sonrío mientras lo hago (
así debe sentirse la locura).
Con el Jazmín de noche recuerdo la casa de la abuela, había un Jazmín de noche junto a la puerta que hacía muy bien su labor nocturna durante las vacaciones a mitad de año, de vez en cuando me sentaba en la piedra junto a la puerta sólo para quedarme con su olor, ver la noche, las lámparas de luz amarilla, escuchar los grillos y quedarme ahí, dejando pasar el tiempo, perderme en mi cabeza ( hasta que el frío me hiciera estornudar.
Es una ironía que mi nariz que funciona a medias se conecte con un olor, lo reconozca y arme una red completa de recuerdos, el olor a sopa de maíz que prepara mi mamá y me gusta mucho, el olor del agua de florida que me llena de resentimiento, tristeza, impotencia, el olor de la canela que me recuerda a la avena o a la caspiroleta, el olor a eucalipto que me recuerda a mi papá haciendo humo para matar los zancudos, el olor a la denim for men que me recuerda a mi papá recién bañado, loción 273 que me recuerda a un par de ex y que al sentirlo un par de veces en un blanco y negro me dañaba el rato, por fortuna mi hermano la usó por un tiempo y entonces el olor se conectó con él, el olor a pañitos pequeñín amarillos me recuerda a mi sobrina, el champú de fresitas me recuerda los crespos de mi mejor amiga.
Lo que huele bien suele saber bien, excepto los jabones y demás vainas de aseo en las que se va más de la mitad del valor del mercado; jabón, desodorante, talco, crema para manos y cuerpo, splash, loción, esas cosas hacen que uno huela bien, de cierta forma hacen que uno se antoje de una persona, comérsela en el sentido morboso de la palabra y , aunque uno sabe que se está engañando y el verdadero olor del cuerpo humano es ése que viene después del sudor, ése que le recuerda a uno que es un animal.
Caminar, dejar que los olores enlacen recuerdos, crear recuerdos nuevos, olores que se convierten en maldiciones, cuerpos que disfrazan olores logrando que con el tiempo un extraño efecto se genere cuando un olor te recuerda personas y sentimientos.