As Sweet as Can Be

Los últimos años he empezado a tomar conciencia y a cuidarme para tener un final feliz, sí ser una anciana con ánimos para pintar el pelo morado e ir a misa y no pasarme esos últimos años haciendo filas donde los médicos, tomar el té tranquila con mis amigas del ancianato sin tener qué pensar si ya me tomé la enésima pasta del día y ponerle cuidado juiciosa al bingo. 

Teniendo en cuenta el historial de salud de mi familia el panorama no es alentador: diabetes, colesterol, presión alta, ahora se suma cáncer de tiroides y eso solo entre las cosas comunes.

Llevo un buen rato dentro de lo que se considera mi peso "ideal", los exámenes médicos salen bien, procuro dedicar tres días por semana a hacer ejercicio, disminuí la cantidad de dulces y harinas que como pero lo más importante es dormir más de cuatro horas por al día.

Durante mucho tiempo consideré que me alimentaba bien y una media tarde un milo en leche con un pastel de la panadería eran parte de una buena alimentación, si hasta más de una vez era: pony malta + milo + leche + un rollo, y así como me di cuenta que eso no era saludable ha sido necesario tomar conciencia (esa que no tengo para otras cosas)  y mirar hacia atrás para darse cuenta todo lo que he/hemos hecho mal, por ejemplo las mamás que pensaban/piensan que un niño gordito es un niño saludable.

Una discusión recurrente que tengo con mi mamá (diabetes tipo 2 desde hace unos 11 años) es sobre mi abuela a la que "la mató la diabetes" cuando en realidad fue una enfermedad mal cuidada, basada en el desconocimiento hace 30 años de la enfermedad, las buenas intenciones y el amor de "a poquitos" que es el peor amor que podemos profesar, sí ese que dice: un poquito de agua de panela no le va a hacer mal, un poquito pastel no es tan malo, un poquito de miel para endulzar porque es natural... y así de apoco llegaron un par de comas diabéticos, y muchos años de una vida limitada por las muchas secuelas que fue dejando la enfermedad.

Viendo hacia atrás la merienda de milo con pony malta, leche y brownie es el menor de los problemas que tenemos a la hora de alimentarnos y es una hazaña que lleguemos a los 30 años sin tener diabetes tipo 2, recuerdo que de las primeras tareas que realizaba mi mamá en las mañanas era hacer una chocolaterada de aguapanela, es decir, un litro de aguapanela la cual al medio día ya nos habíamos tomado y en mi casa éramos cuatro  personas, así que en los días más calurosos bien podían ser 3 chocolateradas de aguapanela por día, eso sí no es que fuéramos tan salvajes, si hacía mucho calor le poníamos limón y si hacía mucho frío con queso, buñuelo, pan y pandebono, sí, el milo es el menos de los problemas. Quiero aclarar que no tengo nada en contra de la aguapanela, faltaba más solo que es de esas cosas que son tan ricas que en exceso terminan siendo peligrosas. 

Ha sido un cambio en la forma de vivir, porque no soy del tipo de persona que hace dietas, tal vez el medio me ha llevado a creer que una dieta es algo temporal y doloroso que cumple con un propósito el cual una vez logrado vuelves a tus hábitos normales (porque lo normal es el exceso) y al poco tiempo haces otra dieta y que corrige el mal causado por la normalidad, así que no, creo más en tomar conciencia, aprender de los errores del pasado, encontrar hábitos saludables que me lleven a consérvalos dentro en mi estilo de vida de oficinista de 10 horas al día cinco días por semana que camina 20 minutos solo porque le toca sacar el perro, hábitos como comer bien de verdad, aprender a decir NO a ese dulce de arequipe recién salido en la panadería (porque ayer ya me comí uno igualito), estar en la cama temprano, levantarme temprano para hacer ejercicio, tomar pastillas vitaminas y minerales que con la edad se hacen necesarios, hacer pausas activas (gracias pulsera de Xiaomi que me dices cuando llevo mucho rato sentada), tomar en promedio dos litros de agua a lo largo del día, sí, ha valido la pena, no solo estar en mi peso saludable, es el poder coger caminar mucho sin cansarme, hacer una buena sesión de ejercicios y no amanecer muerta al día siguiente, no sentir dolor en la espalda o el hombro, tener exámenes médicos que dicen que funciono como debería funcionar, sí es verlo como un cambio a largo plazo con el que se pueden tener beneficios desde ya, y no, no me volví fit, no tengo una obsesión tipo: odio el dulce, no al pan, muerte al chicharrón y a la tocineta, no de hecho, son cosas que disfruto de vez en cuando y tampoco las veo como una "recompensa" por los sacrificios que hago en el día a día, son cosas ricas que si se comen todos los días tienen consecuencias sobre mi salud.

El lado malo de tomar conciencia es la proyección que hacemos de nuestros errores y defectos en los demás con el único propósito de juzgarlos y sentirnos mejores personas (human nature), en mi caso cuando veo una persona en la que se evidencia el sobrepeso me pregunto sí sabrá el mal que le está haciendo a su yo del futuro, si ya sufre de alguna enfermedad de esas que se asocian a los malos hábitos, y por qué come como si nada perritos calientes de carrito callejero acompañado de gaseosa, probablemente es una forma de gordofobia, pero, no deja de ser preocupante que existan personas de mi edad que pueden y saben deben mejorar sus hábitos despreocupadas por la vida tomando pastillas para la presión y el colesterol mientras no les faltan las papas fritas varias veces por semana viviendo una vida sedentaria.

Por ahora sigo siendo una gorda feliz, como cosas ricas, de vez en cuando decido no levantarme a hacer ejercicio en pro de quedarme en la cama un domingo hasta las 10:00 am y levantarme para preparar un desayuno con huevos, arepa, queso y chocolate caliente, sin sentirme culpable, sin creer que voy a subir dos kilos por ese descuido, pensando a largo plazo haciéndolo por mi yo del futuro que quiere tener alientos para algo más que una sala de espera en los hospitales. 



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